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Cómo controlar los nervios

Lo que llamamos nervios (también conocidos como ansiedad) es una reacción natural que proviene del instinto de supervivencia. Es un funcionamiento normal del ser humano, aunque nos pueda surgir en esos momentos tan poco adecuados como una entrevista de trabajo o en un escenario ante espectadores.

Cuando nos enfrentamos con una situación inusual, estresante, en la que no nos sentimos cómodos y tememos que nos pueda suceder algo malo, el cerebro activa sus mecanismos de defensa y prepara el cuerpo para las acciones más comunes en caso de toparnos con un león o un oso: Huir o luchar. Hoy en día queda un poco desfasado este instinto, ninguna de esas opciones es recomendable cuando vamos a hablar en público, a hacer un examen o a hablar con un desconocido (por no decir ligar ;))

Humm, te dan ganas de ir al lavabo cada dos por tres, te sudan las manos, respiras más rápidamente, el corazón se pone a 100, se te seca la garganta, de repente te quedas en blanco. ¿A qué viene todo esto? Ir más ligero de peso te permitirá correr ni que sea un poco más rápido. En previsión del trabajo físico (salir por patas) se acelera la circulación de la sangre, incrementa el flujo de oxígeno y activa la sudoración para disipar el calor.

Lo importante es sobrevivir, así que se desconectan funciones no imprescindibles en ese momento, como el sistema digestivo – salivación incluída -, o incluso procesos del habla o de la memoria. Total, ¿quién se va a parar a discutir con un tigre hambriento?

En las situaciones cotidianas que nos concierne no hay ningún peligro físico, sin embargo estos mecanismos se activan. El peligro al que cree enfrentarse nuestro instinto es de tipo psicológico, es el miedo a que nos pase algo malo, en especial al rechazo. Miedo a que no guste nuestra presentación, a que no aprobemos el examen, a que nos den calabazas. Aunque no representa una amenaza para nuestra integridad física, el subconsciente lo sigue interpretando como una amenaza al fin y al cabo.

Prepararse a fondo y practicar

Para evitar el impacto de estas reacciones, lo ideal es acostumbrarnos a las situaciones que nos producen estrés y ansiedad mediante la práctica: Al cabo de 100 presentaciones en público probablemente el aburrimiento (o incluso el disfrute, vete a saber) gane a los nervios.

Para suplir la falta de práctica en situaciones reales, es necesario que nos preparemos a fondo sin descuidar los detalles. Ensayar hasta la saciedad una presentación, pensar por adelantado las posibles preguntas que nos puedan hacer en una entrevista de trabajo, decidir por adelantado dónde vamos a llevar esa persona especial y de qué temas que le interesen vas a hablar.

Si te pones nervioso/a con facilidad, es mejor no dejar nada importante para la improvisación. Pero tampoco hay que obsesionarse, ya que es imposible tenerlo todo controlado al cien por cien. Alguna pifia de vez en cuando la hacemos todos, un entrevistador nos perdonará cierto nivel de nerviosismo en la mayoría de ocasiones.

Raciocinio

Mientras que aún estemos verdes, cuando notemos que empezamos a tener nervios, recomiendo hacer las siguientes reflexiones. Entender lo que nos está pasando es fundamental, por lo que espero que hayas leído atentamente los párrafos de introducción.

  • Reconocer que nos están entrando nervios
  • Reconocer que es una reacción primitiva de nuestro cerebro. Nuestro cerebro ha interpretado erróneamente que existe un peligro que nos acecha
  • Agradecer a nuestro subconsciente sus buenas intenciones de protección, pero…
  • Afirmar que no estamos ante ningún peligro, está todo bajo control.
  • Dar por supuesto que todo va a salir bien, queda prohibido todo tipo de pensamiento negativo!!

Ejercicio de visualización

El ejercicio de visualización que propongo consiste en imaginar con todo lujo de detalles la situación a la que nos vamos a enfrentar teniendo un desarrollo y desenlace positivos. Si próximamente tenemos que hablar en público, imaginarnos que hacemos una charla impecable, estamos de buen humor, hablamos claro y con seguridad, y el público disfruta.

Esto transmite el mensaje a nuestro subconsciente de que no hay nada de qué preocuparse, todo va a ir bien, y con un poco de suerte los nervios serán más moderados que de costumbre.

No permitas que durante el ejercicio de visualización se cuelen pensamientos negativos. Si lo hacen, enséñales la puerta y continua con lo tuyo, en positivo. Si hace falta vuelve a empezar el ejercicio de visualización.

Recomiendo hacer este ejercicio cada día, antes de dormir o por las mañanas es un buen momento.

Ejercicio de respiración

Es posible que no respiremos correctamente cuando nos entra ansiedad. Inconscientemente la respiración se nos puede hacer más rápida o entrecortada, por lo que es un buen momento para hacer una pausa y hacer unas respiraciones conscientemente y recuperar el flujo normal. Inspira lentamente por la nariz llevando el aire al estómago. Espira el aire lentamente por la boca. Repítelo unas cuantas veces.

La respiración controlada nos ayuda a centrarnos en el momento, y no divagar sobre desenlaces fatales ni cosas por el estilo. Recuerda, debes prohibir todo tipo de pensamiento negativo o duda. Destiérralos de tu mente YA.

Acepta que vas a cometer errores

Si nadie cometiera errores, no estaría escribiendo este blog. Todos metemos la pata de vez en cuando y no hay que estigmatizarse por ello. Aprende la lección y llévalo con buen humor.

Ten la expectativa que te vas a equivocar, dalo por hecho. La clave está en que lo asimiles, y no pienses más en ello. Es decir, piensa siempre en positivo, destierra los pensamientos negativos, y si cometes algún error, pues que sea bienvenido, lo estabas esperando. No hay que darle más vueltas.

No quiero decir con esto que podamos ser complacientes, que nos conformemos con resultados mediocres. Vamos a hacerlo lo mejor posible con la máxima autoexigencia, pero no vamos a permitir que el temor al fracaso nos paralice y tire por la borda nuestros esfuerzos.

Por último, un efecto sorprendente que nos puede venir bien en algunas situaciones, cuando lo que nos trae ansiedad es tratar con otra gente (hablar en público etc), es saber lo poco que se fija la gente en los demás. La gente está preocupada y centrada en torno a sus propios problemas, y realmente no te prestan mucho la atención aunque te estés dirigiendo a ellos. Es posible que se te escape algún que otro gazapo y prácticamente no se den ni cuenta.